Tres chicos crean a un amigo imaginario, Ricky Stanicky, para justificar su comportamiento inmaduro. Veinte años después, siguen usándolo como excusa para todo, pero, cuando sus esposas les exigen que se lo presenten, tienen que contratar a un actor que lo interprete. No obstante, el actor se toma demasiado en serio el papel y los hombres terminan arrepintiéndose de haber inventado a Ricky.